Por: María Eugenia Pérez
Dar a los directores de cada escuela un presupuesto, supervisado por los padres de familia, destinado a mantenimiento
La ciudad de México tiene la infraestructura escolar más antigua del país. Las grandes escuelas posrevolucionarias obedecían a una lógica pedagógica muy distinta a la actual y no cuentan con las adecuaciones que se necesitan hoy. De cualquier forma, mantenerlas tiene un costo altísimo. Las intervenciones que se hacen a nivel local son insuficientes y no están coordinadas con las inversiones federales.
“Tenemos la mano de obra, que son los alumnos y los padres de familia, pero hacen falta los recursos. Los niños y jóvenes pueden rehabilitar las áreas verdes pero les hacen falta la tierra, las plantas y las herramientas para sembrar. Hay que hacer que sí llegue el presupuesto a las escuelas y que se administre correctamente en las cosas que hacen falta”, explica María Eugenia Pérez, coordinadora del Comité Vecinal del Residencial La Escalera.
Para realizar una intervención estratégica en cuanto a infraestructura escolar, primero hay que considerar la dinámica demográfica: habría que convertir algunas primarias en secundarias y preparatorias y modernizar todos los planteles.
Las remodelaciones se deben proyectar a partir de las más básicas necesidades, según Pérez. “Un ambiente que propicie el desarrollo del alumno necesita tener bancas, pizarrones, pintura nueva y agradable, pisos en buen estado, techos impermeabilizados, lámparas que alumbren adecuadamente”. Para esto, hay que dar a los directores de cada escuela un presupuesto, supervisado por los padres de familia, destinado a mantenimiento.
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