Por: Teresa Incháustegui
Mejores salarios, ascensos meritocráticos y un código institucional de conducta para la policía
Atrás quedó la imagen del policía como un delincuente con placa, según sostiene Teresa Incháustegui, diputada federal del prd: “Seguramente no me equivoco si digo que somos la entidad policial que más respeta los derechos humanos”. Desde la creación de un Instituto de Formación Policial hasta el aumento de la vigilancia interna, pasando por la profesionalización de los cuerpos de seguridad, los avances en esta materia han sido ostensibles. Sin embargo, la corrupción sigue siendo la principal barrera para llegar a un nivel de confianza óptimo de los ciudadanos en su policía.
Falta mucho por hacer, empezando por establecer un código de conducta institucional. Una alternativa sería implementar una evaluación individual del desempeño ligada a una estructura piramidal de ascenso y responsabilidades, reflejada en los salarios y los grados.
Al confuso patrón de exigencias, se une la falta de prestigio social de la carrera. “Ser policía en México tiene que volverse una opción atractiva”, analiza Miguel Carbonell, especialista en derecho constitucional y derechos fundamentales. Aun siendo una de las policías locales mejor pagadas del país, con un sueldo medio de más de 8,000 pesos netos, defiende Carbonell, es insuficiente: “No podemos pedirle a nadie que se juegue la vida por ese dinero”.
En el mundo
La policía española ha viajado desde el autoritarismo en el franquismo hasta ser la institución más confiable para los ciudadanos. La renovación del cuerpo, el respeto a los derechos humanos, el abastecimiento de equipamiento y salarios propicios lo hicieron posible.
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