Por: Federico Fleischmann
Acceso universal al transporte público; semáforos con sonido; rampas de acceso en las nuevas construcciones y remodelaciones; adaptar las líneas del metro; programas en las escuelas para atender la discapacidad; incluir a personas con discapacidad a cargos públicos y de gobierno.
Desplazarse por la ciudad de México es una odisea para una persona con discapacidad. Solo uno de cada siete autobuses cuenta con acceso universal y únicamente cinco estaciones de Metro tienen la infraestructura adecuada para la gente en muletas o silla de ruedas. Pocos semáforos en la ciudad están sonorizados para que los invidentes puedan cruzar las calles con seguridad. Las banquetas en las zonas periféricas no tienen rampas y la mayor parte de los edificios públicos no son accesibles. Particularmente urgentes son las reformas necesarias en las líneas 1 y 2 , las más transitadas en la ciudad, sostiene Federico Fleischmann, director de Libre Acceso, una asociación dedicada a eliminar barreras para las personas con discapacidad.
Es indispensable una mayor inversión en infraestructura y cumplir el nuevo reglamento de construcciones, que obliga a los edificios nuevos y a las remodelaciones a tener accesos para personas con discapacidad, afirma Fleischmann. Las escuelas deben contar con programas incluyentes para niños con ceguera, sordera o discapacidad motriz, ya que inscribirlos en escuelas especiales fomenta la exclusión. La contratación de gente con discapacidad en cargos públicos administrativos puede ayudar a promover una política tolerante y equitativa.
Una buena idea
La nueva línea 12 del Metro y el Circuito Bicentenario son totalmente accesibles para las personas con discapacidad, al igual que lo es casi todo el Centro Histórico y la mayor parte de las oficinas del GDF.
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